Dragonsteel Prime: Capítulo Uno

Brandon se graduó en escritura creativa en diciembre del 2000, por la Brigham Young University en Provo (Utah), y como parte del proceso tuvo que escribir una historia para su tesis. Esta historia se llamó Dragonsteel y se imprimió el 22 de febrero de 2001, muchos años antes de que se publicara Elantris en 2005. Desde entonces, ha sido una de las obras más consultadas de la biblioteca de la universidad, y Brandon ha dicho que así como The Way of Kings Prime fue la curiosidad que acompañó al Kickstarter de TWoK X Anniversary, esta sea seguramente la que acompañe al Kickstarter de Words of Radiance, cuando se lance dentro de unos años.

Dragonsteel es un nombre muy importante para Brandon, ya que además de ser el nombre de esta novela iniciática, es la denominación de su empresa, y será el nombre también de la saga de historias que expliquen el origen de Hoid. Es por ello, que para diferenciarlo de esa historia futura, lo hemos llamado Dragonsteel Prime.

El fragmento que podéis leer a continuación, se trata de un extracto de esta historia que Brandon leyó durante su directo de final de año, y en este primer capítulo podemos ver ya algunas cosas que nos resultan familiares porque se han desarrollado en otras novelas, como los sistemas de castas, las guerras de casas, e incluso una mención a una muy temprana guerra en el equivalente a las Llanuras Quebradas.

Si queréis disfrutar de algunas lecturas de borradores tempranos, os recomendamos leer La Sexta Encarnación de Pandora (Escuadrón), y El Mentiroso de Partinel (una aproximación más cercana al origen de Hoid).

Esperamos que disfrutéis de la lectura, y al final he dejado algunas notas sobre cosas que me he ido encontrando en la traducción.

 

dragonsteel PRIME: capítulo uNO

FRAGMENTO LÉIDO POR BRANDON SANDERSON DURANTE EL LIVESTREAM DE LA FIESTA DE LANZAMIENTO DEL RITMO DE LA GUERRA, EL 31 DE diciembre DE 2020

 

El hijo del leñador había nacido en un mundo de magia. Tal vez los demás no lo vieran así, pero para un muchacho joven lleno de preguntas y de curiosidad, el bosque era un lugar encantado.

Jerick veía la magia en el crecimiento de los grandes pinos, semillas cuyo tamaño apenas superaba el de un guijarro para luego convertirse en monolitos, con troncos tan amplios que cuando los abrazaba y apretaba su mejilla contra la rugosa corteza, y estiraba los brazos tanto como podía, las yemas de sus dedos no llegaban a alcanzarse a espaldas del árbol.

Escuchaba la magia en el viento, que enviaba susurros a través de las ramas, haciendo caer piñas y agujas al suelo cual tintineante cascada.

Había saboreado la magia en los frutos de la naturaleza, bayas que eran a la vez agrias y dulces, en la humedad de la esencia de los pinos que cosquilleaba al fondo de su nariz.

Sentía la magia en la vida del bosque. Un conjunto en el que el hijo del leñador se incluía. Al igual que la rata de rama, el lobo, el conejo, y el ciervo, Jerick era una criatura del bosque.

Había dado sus primeros pasos en un suelo cubierto de agujas de pino. Su hogar, una sencilla cabaña construida por los mismos árboles que la envolvían. El hijo del leñador conocía a otros niños menos afortunados que vivían en una aldea a poca distancia del río, un lugar donde la cara de la montaña se estrechaba y los árboles desaparecían dando paso a un terreno plano. Allí la gente vivía amontonada, sus casas apiñadas como roedores asustados, o pájaros demasiado jóvenes para abandonar el nido. Otros leñadores vivían en esa aldea, llevando carros o botes cada día hacia los campos forestales.

Jerick era incapaz de comprender a esos hombres. Trabajaban en el bosque, y aun así no les embriagaba como debiera. No entendía cómo podían abandonar cada día la belleza del bosque, para vivir en un lugar tan atestado y sofocante.

Jerick tenía amigos en la aldea. No veían las cosas como él. Cuando mostró a <Cenn> y a los demás un árbol más anciano y fuerte que los demás, sacudieron sus cabezas, sin comprender su fuerza. Cuando descubrió un gran pez nadando en las resguardadas y poco profundas aguas del río, con sus bulbosos ojos que no pestañeaban y le miraban como lanzando una pregunta sin formular, los demás chicos se limitaron a intentar pescarlo. Cuando Jerick se preguntaba cómo podían moverse las nubes por el aire cuando no parecía haber viento, los demás le preguntaban por qué le importaba.

Así que, aunque los viajes a la aldea eran emocionantes, Jerick siempre se sentía feliz al volver a casa. A casa con su madre, que estaría terminando la colada del día. A casa junto al bosque cerca de la ladera de la montaña, donde podía escuchar el rumor de los pinos, los <búhos comunes>, el crujir de las ramas, en contrapunto al silencio ocasionado por hombres que se gritaban los unos a los otros.

Le encantaba acompañar a su padre al bosque. El leñador era tan ancho y poseía un pecho tan amplio, que prácticamente parecía uno más entre los árboles. Los brazos de <Ryn> eran gruesos y estaban cubiertos de vello, sus fuertes dedos encallecidos por el uso del hacha recordaban a raíces ancestrales, su barba era como un poblado manojo de agujas de pino que cosquilleaban y arañaban la piel de Jerick cuando le abrazaba. Su padre poseía unos ojos marrones, comprensivos y profundos, y gruesos labios que solían abrirse dando paso a una sonrisa satisfecha.

Hasta donde Jerick sabía, su padre era la única persona viva que comprendía el bosque mejor que él mismo. <Ryn> podía determinar la fuerza y calidad de la madera de un árbol tan solo rozando la corteza con sus dedos. Podía divisar pájaros anidando en las ramas de las alturas que para Jerick habían pasado por meras sombras. Y siempre lograba encontrar arbustos de dulcebayas para saciar el apetito de un joven hambriento.

Pero aún más importante: el bosque parecía aceptar a su padre. Jerick empezó a comprender que ello se debía a que su padre respetaba el bosque.

—Contempla los árboles que te rodean, hijo mío —(Aclaración de Brandon durante la lectura: : Por cierto, no voy a reproducir el dialecto. Tenía un dialecto en Dragonsteel. Los habitantes de las zonas rurales no emplean la palabra «the«, simplemente dicen «ta«. Así que ellos dirían «Look at ta trees». Pero no voy a utilizar el dialecto.) le diría su padre mientras caminaban juntos—. Un hombre puede nacer, crecer y morir en el tiempo que lleva a un árbol a alcanzar esa altura. Han visto a muchos de nosotros ir y venir.

Y eso sería todo lo que diría por un rato. <Ryn> no hablaba demasiado, al contrario que los demás leñadores, quienes siempre parecían tener algo que decir y nunca la suficiente gente a quien decirlo.

<Ryn> era un hombre del rey, y talaba madera para los barcos del rey. Al igual que los demás leñadores, <Ryn> empleaba una brillante hacha de bronce para desempeñar sus tareas. Era su más preciada posesión, ya que el bronce escaseaba. La única otra posesión de metal que poseía la familia de Jerick era el cuchillo de cocina de bronce de su madre. Jerick había oído hablar a los hombres de las aldeas sobre un nuevo metal, más resistente que se había descubierto hacía poco en el sur, algo llamado aceromontaña. Decían que debía su nombre al parecido de su color con el del mítico acerodragón. Pero para Jerick no había diferencia. Jamás había visto ninguno de los dos, el bronce bastaba para los leñadores.

Tan pronto pudo, Jerick siguió a su padre hacia el aserradero. Tras varias semanas, los fornidos hombres acogieron su presencia, y le permitieron deambular a sus anchas por el lugar, donde observaba pensando en preguntas que hacer a su padre en el camino de vuelta a casa. Quería saber qué era lo que hacía que los brazos de los hombres fueran tan grandes. Y lo que hacían los leñadores con todas las ramas que talaban de los troncos. Quería saber porqué el rey necesitaba tantísima madera. Y cuánto se tardaba en llevarla flotando por el río <Trerod> hasta el palacio.

Su padre podía responder algunas de las preguntas, pero otras, no. Jerick simplemente se daba cuenta de algunas cosas por sí mismo y no tenía que preguntar. La mayoría de ellas tenían que ver con su padre. Por ejemplo, tras la caída de un árbol, su padre hacía dos agujeros y depositaba una semilla de pino en cada uno. Otros no lo hacían. Cada día, al finalizar la jornada, su padre hacía un pequeño fuego con agujas verdes de pino espolvoreadas con intenso marchitapolvo y lo dejaba arder entre los árboles señalados para el siguiente día de tala. El humo desencadenaría una reacción en las cortezas y los <cheps>, que se dispersarían o se alejarían volando, arrastrando sus crías consigo. Los demás leñadores se mofaban de las precauciones de su padre. Pero Jerick le observaba con orgullo. Con medidas como esas, y con docenas de esas medidas, era como el hijo del leñador había aprendido la lección más importante de las que su padre le hubiera enseñado jamás: toda vida era preciosa.

Tal era la vida de Jerick, hasta que cumplió los once años. Estaba deambulando por el bosque, ayudando a su madre limpiando y horneando, y haciendo recados en el aserradero. Para él, aquello era la vida. Era feliz, y no quería nada más.

Pero su padre tenía otros planes.

(Aclaración de Brandon durante la lectura: aquí, conscientemente utilicé un poco más el estilo de un cuentacuentos. Como podéis ver, durante esa primera parte el narrador es más bien omnisciente. Esta historia siempre estuvo pensada para ser narrada por Hoid después de que sucediera. Podéis encontrar pistas en algunas de estas secciones. Otras emplean más la tercera persona limitada. Pero podéis imaginar la secuencia que acabo de leer como si Hoid la narrara a personas interesadas en saber qué pasó y cómo se desarrolló todo).

 

 

—Jerick, hijo, ves a buscar un poco de agua para tu madre.

—Sí, padre.

Fuera estaba oscuro, y no es que su madre necesitara agua fresca imperiosamente, pero Jerick obedeció presto. Su padre pedía cosas en contadas ocasiones, pero cuando lo hacía, el hijo del leñador no ponía objeciones. Aún así, corrió rápidamente para volver y poder escuchar desde fuera a través de la puerta.

—El chico nota cosas, <Martle> —dijo su padre—. Tiene una mente ágil. El otro día, <Javick>  y Henry descuidaron el ángulo mientras talaban. Aquel árbol se habría precipitado hacia el lado equivocado y podría haber matado a un hombre. Jerick se dio cuenta del error de inmediato y se lo dijo. Un chico de apenas dos manos de edad dando consejos sobre la tala a un par de hombres que han estado cortando árboles toda su vida. Tiene más preguntas de las que puedo responder, aunque a veces encuentra las respuestas por sí mismo.

—¿Y qué quieres que hagamos? —preguntó su madre.

Jerick podía imaginarse el rostro levemente fruncido de su madre mientras lanzaba la pregunta, con su fornida figura sentada en el suelo junto a <Ryn>. Su madre era práctica en todos los aspectos, evaluando absolutamente todo según su capacidad para ser empleado. Cuando Jerick le hacía una pregunta, la respuesta siempre surgía en forma de una nueva pregunta, generalmente inquiriéndole qué haría con la respuesta en caso de tenerla.

—Hay una nueva escuela en la aldea —explicó su padre—. Dicen que el propio rey ha ordenado su construcción.

—Eso he oído —respondió su madre, dubitativa. Su madre se oponía a todo aquello que rompía con la tradición.

—Llevaría al muchacho una vez a la semana. Así podría aprender.

—¿Qué es lo que puede aprender que pueda ayudarle a ser leñador? —repuso su madre.

—Posiblemente nada de nada —admitió su padre.

—Es algo antinatural, <Ryn>. No durará mucho tiempo, la gente no lo tolerará. Las escuelas son para los nobbles y los reyes (Aclaración de Brandon durante la lectura: he utilizado «nobbles» en vez de «nobles». Aquí tuvimos un buen giro vocálico.),  no para los leñadores.

—Lo sé, <Martle>.

Hubo un momento de silencio.

—Bien, pues —dijo su madre—. mientras lo tengas claro, no veo mal en ello. Tan sólo asegúrate de que el chico no se haga una idea equivocada. El aprendizaje podría echarle a perder.

—Dudo que algo pueda echar a perder a Jerick —respondió su padre.

Y así, el hijo del leñador fue a la escuela.

 

 

El erudito era la criatura más fabulosa que Jerick había visto jamás (Aclaración de Brandon durante la lectura: no, no se trata de Hoid). Su túnica estaba hecha de tela, no de diferentes tipos de piel, y tenía el profundo tono rojo del sol que se pone. Y aún más asombroso era su pelo, de un amarillo pálido, como la crin de un caballo de color claro, en vez del profundo negro que poseía todo el mundo. Su barba no era profusa y tupida como la del padre de Jerick, era lisa y recia, media cerca de un palmo, y únicamente nacía a partir de su barbilla. Estaba fuertemente recogida entre finos anillos, que le conferían un patrón acanalado, como el de una bala de heno. La barba casi recordaba a una rebanada de pan, con el extremo pegado a la zona inferior del hombre, lo que daba la impresión de que su mandíbula medía casi palmo y medio. Llevaba la cabeza cubierta por una capucha bien ceñida, prieta en la frente pero que colgaba suelta por su cuello. Y sus ojos mostraban descontento al bajar del carruaje, un objeto de por sí inusitado, y al contemplar la aldea.

Su mandíbula se movió ligeramente, y su rostro se endureció, como si de pronto hubiera notado el sabor de una fruta muy podrida y amarga. En torno a su cuello, Jerick pudo distinguir una resplandeciente castamarca, la muestra del rango de un hombre en la vida. Estaba hecha de oro, en vez de la sencilla madera de los leñadores.

—Inclínate, muchacho —ordenó su padre.

Jerick obedeció a su padre, uniéndose al resto de la aldea que se postraba ante el extraño hombre.

—¿Por qué nos inclinamos, padre? —murmuró mientras agachaba su cabeza.

—Porque el hombre es de sangre noble, chico —explicó <Ryn>.

(Aclaración de Brandon durante la lectura: No voy a reproducir todos los acentos, pero él pronuncia «formers» en vez de «farmers» —  . La idea es que el acento de los nobles se está alejando del de los plebeyos, que es una de esas cosas curiosas que se dan en la lingüística. Y este es uno de los motivos que ocasionan el cambio de unas vocales por otras, ya que a menudo veréis cómo se reemplazan las vocales a lo largo del tiempo. Este tipo de cosas me parecen muy entretenidas. Lo más probable es que no los lea. Pero podréis verlo conforme leáis el libro).

—Los leñadores y los granjeros han de inclinarse ante cualquiera que les supere en rango, sea mercader, noble o incluso artesanos.

A Jerick, aquella idea no le parecía bien, pero no dijo nada más. Todo el mundo empezó a alzar la cabeza, y, por el momento, estaba mucho más interesado en contemplar al extraño erudito de vívidos ropajes que en preguntar sobre la naturaleza del sistema de castas.

—Las clases comienzan a mediodía —declaró el hombre con voz chillona. Las palabras sonaban raras, como si el hombre fuera incapaz de pronunciarlas correctamente. Eran secas y separadas, no suaves y reconfortantes, como las que Jerick estaba acostumbrado a escuchar.

—¿Por qué habla mal? —preguntó Jerick, frunciendo el ceño, confundido.

—Así es como hablan los nobbles, chico —explicó su padre—. No son como los leñadores. Piensan de otra manera. Tienen estudios. Te acostumbrarás. Ahora, vete a jugar hasta mediodía. Y ya que hemos venido a la aldea, puede que también afile mi hacha.

Jercik asintió, buscando a <Cenn> y <Yon> con la mirada, dos chicos con los que solía jugar. Pero mientras su padre se dirigía hacia el herrero, Jerick se separó de los chicos. Seguía más interesado en el erudito que en cualquier otra cosa.

El hombre hablaba en voz baja con <Millen>, el capataz del aserradero donde trabajaba su padre. <Millen> era un hombre bajito, de pelo canoso. Su cabeza se inclinaba prácticamente hasta la altura de su cintura, que se balanceaba servilmente. Jerick no había visto al hombre comportarse así jamás. Al rato, <Millen> indicó al erudito por señas que le acompañara. El hombre asintió a sus acompañantes: dos porteadores, y una mujer más joven que Jerick no había visto antes. También debía de ser noble, ya que su cabello era claro y lujosamente largo, no lo llevaba cortado a la altura de los hombros o recogido en un moño. El erudito ofreció su mano a la mujer, que miraba al suelo con desagrado, para ayudarla a bajar del carruaje de bronce aunque Jerick era incapaz de entender qué era lo que la mujer podía ver mal. Después de todo, era barro normal y corriente.

<Millen> acompañó a los cuatro a la casa en el centro de la aldea. Jerick se había fijado en el edificio antes. Había sido un almacén, pero se había vaciado y sus paredes estaban atípicamente limpias gracias a los esfuerzos de una docena de hombres. Se preguntaba para qué la utilizarían. No para la escuela, porque se había preparado un edificio al otro lado de la ciudad para ella. Tampoco parecía ser la casa del erudito, era demasiado grande. ¿Qué haría un hombre, o cuatro puesto el caso, con tanto espacio? Era una idea tan absurda que Jerick no le dedicó más tiempo.

Tan pronto los cinco desaparecieron en el interior del edificio, Jerick tomó una decisión. Ignoró a los demás chicos que le llamaban, indicando por señas que se fueran sin él, y deambuló hacia el edificio haciendo ver que estaba interesado en un montón de piedras junto al camino de la entrada. Su interés pronto se desvió hacia un pequeño escarabajo, una gran hoja, y varios objetos que poco a poco le acercaron hasta el edificio, hasta que se encontró de pie justo bajo la ventana, mientras admiraba cómo un caracol trepaba por la blanqueada madera de la pared.

Aunque sus ojos seguían el recorrido del caracol, sus oídos estaban enfocados en captar más palabras extrañas provenientes del noble. Sobresaltado, dio un brinco cuando se abrió la puerta y <Millen> se marchó junto a los dos porteadores. Resuelto a no salir corriendo, Jerick concentró la vista en el caracol intentando parecer absorto. Los hombres no prestaron atención a Jerick, y él se felicitó por haber mantenido sus nervios bajo control, y dio las gracias al caracol por haber mantenido también la calma. La pequeña criatura continuó deslizándose, completamente ajena a Jerick o a su propia parte en la treta.

Tras respirar un poco para calmarse, Jerick se concentró de nuevo. Sus esfuerzos obtuvieron recompensa, y pronto pudo oír la quejumbrosa y cortante voz del erudito proveniente del interior.

—He pasado un año entero entrenando en <Trexados>, el mayor centro de aprendizaje del continente, ¿y mi recompensa? Un exilio forzoso a un barrizal insignificante en un rincón remoto del reino.

Sus palabras de extraño acento sonaban menos autoritarias que antes. Casi recordaban a las voces de los muchachos jóvenes con los que rogaban para que se les permitiera jugar con los amigos de Jerick.

—Cálmate, hermano —tranquilizó una segunda voz, femenina.

—Ni puedo ni pienso calmarme, <Willan> —replicó secamente el erudito—. No puedes percibir lo ultrajante que es este nombramiento. Mañana, ese carruaje te llevará de vuelta a <Emory>, dejándome aquí para el olvido. Debe odiarme.

—A lo mejor él tan solo quiere a alguien que enseñe a las gentes de aquí.

El erudito soltó un sonoro bufido.

—¿Enseñar a granjeros y leñadores? <Willan>, ten sensatez. ¿Para qué serviría eso?

—No lo sé —confesó la mujer—. Suena ridículo. Pero él parecía sincero cuando te dio las instrucciones.

—Debe ser un movimiento de la casa <Strathan> para desacreditarnos —declaró el erudito como si no hubiera escuchado el comentario de su hermana.

—¿Desacreditarnos? —la voz de la mujer parecía divertida—. Hermano, no importa cuánto haya inflado tu orgullo tu viaje a <Traxados>, no puede haber conseguido que te engañes hasta el punto de pensar que eres lo suficientemente relevante dentro de la política de casas. Eres el cuarto hijo de un segundo hijo. Agradece que la familia no decidiera enviarte a la Guerra Eterna para librarse de ti. (Aclaración de Brandon durante la lectura: ahí es donde se encuentran las Llanuras Quebradas en este libro).

No hubo réplica al comentario, pero Jerick pudo sentir el descontento a través de la pared.

—Bueno, ¿qué vas a enseñarles? —preguntó la mujer al cabo de un rato.

—Tan poco como sea posible. La filosofía de los Tres Reinos de existencia les viene muy grande. Tal vez les enseñe algunos trucos sobre matemáticas o historia, cosas que puedan resultar prácticas en un sitio como este.

—¿Leer?

—Por los Lores, ¡no! —respondió el erudito—. ¿Sabes el daño que eso podría comportar?

—El rey dejó implícito que ese era el motivo por el cual te enviaba —señaló la mujer—. ¿Cómo harás para evitarlo?

—Leer necesita de materiales, <Willan> —respondió el erudito con todo autocomplaciente—. Echa un vistazo a esta ciudad. Dudo que seas capaz de encontrar un solo pergamino de texto.

Jerick esperó pacientemente a que la continuación se reanudara, pero ninguno de los dos decidió seguir hablando. O tal vez se desplazaron a otra parte del edificio. Con un suspiro, Jerick se dio cuenta de lo poco que había entendido de la conversación. Nada de aquello tenía sentido para él.

Pero una cosa estaba clara. El erudito había hablado del mismísimo rey. Y eso le convertía, claramente, en alguien importante. Jerick había oído historias sobre el rey, y gracias a ellas sabía que únicamente la gente importante llegaba a hablar con él en persona.

Levantó el brazo, para que el caracol se deslizara hasta su mano, se incorporó desde su posición acuclillada, y se alejó andando del edificio. Depositó al caracol sobre un arbusto como los que solía verlos comer, y se encaminó en la dirección en que se habían marchado los demás chicos.

Brandon Sanderson

La premisa inicial de Dragonsteel que podréis leer con el tiempo es que el rey ha apostado sobre si los habitantes de una aldea rural pueden ser entrenados para ser tan inteligentes como los nobles de la corte. Y esto es parte de la apuesta. Y más o menos es el punto inicial donde empieza la historia y desde donde avanza.

Hoid aparece de forma bastante manifiesta, y tiene puntos de vista en este libro. No se esconde en absoluto, le veréis cuando aparezca en escena, y le reconoceréis. Creo que en esta historia utiliza el nombre de Cephandrius.

Podréis leerlo en algún momento. Como digo, no es una mala historia. Os resultará más fácil comparar cuando lleguéis a la secuencia del Puente Cuatro, que originalmente estaba incluida en Dragonsteel y la comparéis con la nueva secuencia del Puente Cuatro del Camino de los Reyes, para comprobar cómo la secuencia del nuevo Puente Cuatro es mucho más potente.

Esta obra ya no es canon dentro del Cosmere. No contiene nada que suponga mucho spoiler. Contiene spoilers del sistema de magia que con el tiempo formará parte de Dragonsteel, y algunas de esas cosas. Pero cuando regrese a este planeta, será con el punto de vista de Hoid. Básicamente, Jerick se escribió fuera del Cosmere. No sé si llegaré a hacer un libro sobre él en algún momento. Es posible, pero ahora tiene tantas cosas en común con la historia de Kaladin, que no sé si podría hacerlo y a la vez mantenerlo interesante y distintivo. Es posible que el Cosmere tenga bastante con un hombre un tanto taciturno criado en una aldea sin nombre para ser un erudito. Aunque hay ciertas peculiaridades diferenciales, ya que el padre de Kaladin era una persona culta.

 

 

ANOTACIONES

Sobre la terminología

  • Acerodragón y el aceromontaña: Los términos empleados originalmente en inglés eran «mountainsteel» y «Dragonsteel». Aunque en principio me gustaría mantener el nombre de Dragonsteel para la obra, dado que se utiliza a lo largo de la historia he tenido que traducirlo, y ha quedado como acerodragón por ahora.
  • Sobre el marchitapolvo: El término original para marchitapolvo era witherdust, que por la definición debe ser algún tipo de sustancia de fuerte aroma que al quemarse ahuyenta a los cheps, que imagino deben ser algún tipo de pájaro del lugar. He dejado el término chep sin traducir, al igual que por ejemplo en otras obras no se ha traducido spren.
  • En inglés el término original de castamarca es castemark. Como veis, este parece ser un concepto primitivo del concepto de clases que vemos en El Archivo de las Tormentas.

Sobre la pronunciación en el mundo de Dragonsteel

En esta obra, Brandon se vale de la pronunciación diferenciada entre los nobles y las personas que como Jerick o su familia provienen de una casta más rural. El primer ejemplo lo encontramos en la forma de pronunciar the y ta. No tenemos un equivalente exacto, pero quizás podría ser «Mira lo árboles» en vez de «Mira los árboles».

Es algo que podemos apreciar en el caso de la pronunciación de la palabra nobble, doblando la b.

—Es algo antinatural, <Ryn>. No durará mucho tiempo, la gente no lo tolerará. Las escuelas son para los nobbles y los reyes (Aclaración de Brandon durante la lectura: he utilizado «nobbles» en vez de «nobles». Aquí tuvimos un buen giro vocálico. || N.T.: aquí he decidido mantener la doble consonante.),  no para los leñadores.

También está presente en la forma en que se pronuncian las vocales, por ejemplo, la diferencia a la hora de pronunciar granjero:  former y farmer (donde la pronunciación correcta es esta última).

Apasionada de los comics, amante de los libros de fantasía y ciencia ficción. En sus ratos libres ve series, juega a juegos de mesa, al LoL o algún que otro MMO. Incansable planificadora, editora, traductora, y redactora.

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