Cómo Dragon’s Blood de Jane Yolen quedó grabado en la memoria de Sanderson

Hay un tema que lleva varios días, por diferentes motivos, rondándome la cabeza: el de los orígenes de los hábitos, y el descubrimiento de la lectura.

Ante la variedad de opciones que se despliegan frente a nuestros ojos cada día, resulta maravilloso descubrir que géneros antaño relegados a infantiles, o juveniles, o simplemente etiquetados como “poco adultos” (que muchas veces conllevaban la estigmatización de quien lo sostuviera en las manos) son cada vez más aceptados. Debido a la mediatización de muchas obras de literatura fantástica, ciencia ficción, y cómics gracias a su infinidad de adaptaciones, la cultura “geek” ha traspasado las fronteras.

A veces, un libro, o un cómic, o -por qué no- un juego, puede impulsar un gran cambio en tu vida. Esta es la historia de uno de esos libros sin los cuales, tal vez, hoy no disfrutaríamos de las novelas de Brandon.

Para quienes estáis ya un poco más inmerso en el apasionante universo del Cosmere, os animo a fijaros en el apellido de la autora, y a pensar si ese nombre os suena de algo. Imaginaos, pues, la importancia y el cariño que Brandon profesa a la obra de esta galardonada escritora.

 

 

Cómo Dragon’s Blood de Jane Yolen quedó grabado en la memoria de Sanderson

Publicado originalmente el lunes 12 de noviembre de 2018, por Brandon Sanderson en la web de Tor.com

 

Durante las firmas, la gente a veces me pregunta de qué autores me hice fan. Las preguntas como estas son una de las cosas que me encantan de la comunidad de fantasía y ciencia ficción, el comprender que tanto el lector como el escritor están hechos con el mismo molde. En esa firma, yo era el que estaba detrás de la mesa, pero en otro evento seré yo el que espere en la fila con mi raído libro en mano, esperando a ver a mis escritores favoritos.

Para mí, una de las personas más importantes de esa lista es Jane Yolen, Premio Gran Maestro SFWA y una persona maravillosa en todos los sentidos. Escribí sobre su recopilación de relatos cortos, The Emerald Circus, el año pasado (es increíble). Y con el lanzamiento de un nuevo libro para este año (N.T.: os recuerdo que este artículo es de noviembre de 2018, y se publicó en inglés), Finding Baba Yaga, Tor.com contactó conmigo con una pregunta: ¿estaría interesado en escribir un post sobre sus libros?

Y la respuesta, obviamente, fue sí; pero quería encontrar la manera de enfocarlo en la que no fuera tan solo una disertación mía sobre su trabajo (veo que no lo estoy haciendo muy bien hasta el momento). ¿Qué podía escribir más allá de “Los libros de Jane Yolen son impresionantes, y deberíais leerlos todos”?

Bien, recientemente he estado pensando mucho sobre el primer libro de Yolen que leí: Dragon’s Blood. Me topé con él en un momento muy importante de mi vida, y quedó completamente grabado en mi memoria. Fue una de las cosas más imaginativas, maravillosas y emocionantes que jamás había leído, pero lo leí años años antes de verdaderamente “adentrarme” en el fandom de la ciencia ficción y la fantasía. Hubo una época oscura personal en medio durante la cual no leí apenas.

A pesar de que por lo general hablo de la importancia de los libros que leí tras esta época oscura para el salto e inicio de mi amor por el género de la literatura fantástica, el aprecio que siento por Dragon’s Blood me ha acompañado toda la vida. No puedo dejar de pensar que mis recuerdos sobre él fueron, en realidad, lo que me llevó a escoger aquellos libros más tarde. No es coincidencia que esos libros (Vencer al Dragón de Barbara Hambly, El Vuelo del Dragón de Anne McCaffrey, y Dragon Prince de Melanie Rawn) compartan todos un tema obvio y específico.

Cuando conocí a Jane Yolen durante una convención, hice que me firmara un ejemplar de Dragon’s Blood. Sigue orgullosamente ubicado en mi librería con la dedicatoria: “Para Brandon: el libro que le sedujo.” Garabateó su firma con su nombre en el libro, algo que me fascinó (por si os estábais preguntando cómo adquirí la costumbre, podéis culparla a ella).

Dicho esto, hace ya muchos años que leí Dragon’s Blood. La última vez que lo cogí, tenía veintitantos. Antes de convertirme en escritor, antes de convertirme en padre, y antes de publicar mis propios libros de literatura juvenil. Me di cuenta de que cada vez sentía mayor curiosidad sobre cómo lo vería ahora, así que decidí que me resultaría entretenido hacer una relectura y retrospectiva.

He recopilado mis conclusiones más abajo en tres temas generales de interés.

Punto uno: Vaya, me perdí un montón de cosas

Dragon’s Blood, por si no lo habéis leído, es la clásica historia del “chico y su dragón”. Comparte muchos elementos con trabajos más recientes como Cómo entrenar a tu dragón o Eragon, pero también con otros clásicos del pasado como The White Dragon de McCraffrey. Este tipo de historias siempre me han atrapado, y lo considero uno de mis arquetipos favoritos en el género.

Pero Yolen es muy conocida por la temática de sus subtramas, y chico, este libro ahonda en algunos conceptos complejos. Lo hace con el estilo clásico de Jane Yolen, integrándolos profundamente en la ambientación y los personajes. Sus historias no parecen parábolas ni polémicas, explora las cosas que nos hacen humanos, y las presenta en crudo, exponiéndolas, y a veces, de forma poco agradable.

Dragon’s Blood es una historia en un futuro distante, sobre humanos viviendo en colonias en planetas lejanos. Hay cierta maravilla en eso: hemos explorado las estrellas, ¡y en uno de esos planetas encontramos dragones! Aún así, el joven muchacho que es el protagonista principal, Jakkin, es un esclavo que vive en un entorno con poco acceso a la tecnología futurista. El ambiente del planeta es hostil, con temperaturas nocturnas que matarían al humano que quedara expuesto a ellas. Pero el personaje no tiene acceso a trajes ambientales o a unas sencillas manoplas. La gente suele pasar las noches refugiada en  interiores, o acabar congelada.

La mayor parte de los personajes, incluyendo tanto a los protagonistas masculino y femenino, son esclavos de deuda que debe acarrear unas bolsas que cuelgan alrededor de sus cuellos y llenarlas con monedas para ganar su libertad. Existe un trasfondo omnipresente aunque sutil sobre mujeres que son presionadas para adentrarse en el intercambio de sexo como forma de llenar sus bolsas. Una vida que por lo menos uno de los personajes indica que fue difícil de dejar atrás sin ayuda externa.

Lo que se insinúa es que viajar a las estrellas cuesta tantos recursos, y es tan complicado, que esas colonias distantes son básicamente abandonadas para arreglárselas por sí mismas. Y muchos de los progresos y derechos sociales que damos por sentado incluso en nuestras vidas, ya no están presentes para esos retoños distantes de nuestra cultura. El libro plantea un sutil problema al uso de El señor de las moscas: si fuéramos empujados a un entorno hostil, ¿nos veríamos también nosotros abocados a una situación que pareciera medieval en muchos de sus aspectos? Así como mucha de la ciencia ficción de la época presentaba su propia postura de “colonia fronteriza” con brillo y resplandor, este libro le da la vuelta a la moneda para revelar el desgaste al otro lado.

Por ejemplo, los dragones poseen cierta maravilla mágica, pero se les presenta como bestias entrenadas para luchar por premios. Se les cría y trata como si fueran propiedades, y a pesar de que demuestran una inteligencia de otro mundo, son la fuente principal de carne de los colonizadores. Todos en el libro parecen reconocer la tristeza en eso, pero su supervivencia depende de ello. Incluso Jakkin, mientras habla sobre la belleza de los dragones, planea llevar su cría robada y enseñarle a luchar (probablemente hasta la muerte) con la finalidad de ganar oro para liberarse.

Es un hermoso y trágico choque entre necesidades e ideales, presentado de forma brutal. La historia no se contenta con decir: “Fíjate en lo terrible que es esto”. Dice: “Esto es lo que los seres humanos hacen para sobrevivir, y a menudo es desagradable.”

Mi yo de diez años percibió algunas de estas cosas. Me preguntaba por qué esta historia no trataba simplemente sobre lo maravilloso que sería tener tu propio dragón, y por qué tenía que leer también sobre dragones que mueren, convirtiéndose en estofado para humanos. Pero ahora estoy convencido de que este complicado matiz del libro es en gran medida lo que hizo que me atrapara.

Punto dos: es muy real

Me intriga lo bien que Yolen camina por la línea entre contar una buena historia y mantener la historia real. Dragon’s Blood, contrariamente a mis expectativas cuando lo abordé como adulto, no parece pulp para nada, entendiendo a los efectos como pulp acciones o emociones desmesuradas.

No tengo nada en contra de algunos momentos pulp en la historia, tiendo a disfrutar de ellos. Y a pesar de todo, esta historia consigue presentar de forma cruda a un chico criando a un dragón. Hay una escena en la que Jakkin sale de caza para matar enormes alimañas que pueden ser peligrosas para las crías de dragón. Sus nervios desembocan en una escena anti-acción en la que él se pierde entre la confusión, y ocasionalmente apuñala a una de las criaturas, pero sólo después de que esta haya sido asesinada por otra persona.

El personaje femenino principal, Akki, tiene algunos toques del clásico relato de princesa oculta. Es la hija secreta del señor que posee a Jakkin y los demás. Y aun así, mientras otro libro similar hubiera utilizado esta revelación para colocarla en algún tipo de pedestal, Dragon’s Blood lo utiliza para profundizar en las cicatrices que carga, haciendo un uso cuidadoso y calculado de este tropo para darle un giro más adelante en el libro, en el que Akki es presentada no como un complemento de la historia de Jakkin, ni como un premio para su recompensa, si no como alguien que simplemente está viviendo su propia historia.

Gran parte del libro, y en especial del final, transmite autenticidad. La historia no se recrea en cuán maravilloso, heroico o excepcional es cualquiera de los personajes. En cambio, les presenta como personas. Este libro fue publicado en 1982, cuando la fantasía estaba realmente intensificando la idea de salvadores predestinados. Aunque esas historias tienen su propio encanto, me gusta lo realista que Dragon’s Blood permanece.

Mi yo de diez años se identificó en concreto con Jakkin a raíz de esta autenticidad. Leyéndolo ahora, me sorprende lo breves y traumáticas que son las escenas de acción. Este libro dedica sus palabras a mantener íntima y personal esta extravagante historia de dragones futuros.

Esta no es una historia sobre alguna gran búsqueda, ni siquiera (a pesar de la configuración) es la historia de un esclavo de clase baja buscando venganza. Es una historia sobre personas viviendo en un duro entorno, haciendo lo que pueden para sobrevivir, y luchando contra la sociedad que les ha creado (o que han heredado). Es una historia que rehuye caer en lo obvio en cada giro, y al hacerlo, crea algo inesperado de la mejor de las maneras.

Punto tres: sigue siendo un bombazo

Dragon’s Blood mantiene los pies en el suelo y proporciona comentarios muy interesantes, pero no decepciona. Esta es la historia de un joven hombre criando a su propio dragón, y representó una lectura increíblemente cautivadora.

Siempre albergo dudas a la hora de abordar una historia que amé cuando era joven. Realmente, no creo que mis ojos de adulto “arruinen” las historias (bueno, con algunas excepciones). Por lo general todavía puedo apreciar la historia que amé cuando era joven simplemente por lo que ella representó para mí a aquella edad, pero hay ciertas historias que simplemente quiero que permanezcan con aquella impresión juvenil.

Sospeché que este no sería el caso de Dragon’s Blood, porque había leído muchos escritos de Yolen, pero me sentí gratificado por lo bien que la historia me seguía encajando. Por lo general, las historias que atrajeron tanto al joven Brandon como al Brandon más adulto contienen estratos de motivación. Y la escritura de Yolen, línea tras línea, sigue siendo algo maravilloso que experimentar.

Pero para amar verdaderamente una relectura como adulto, necesito ser capaz de vislumbrar la emoción pura que me cautivó de joven. Conforme releí este libro, me encontré a mí mismo absorto en ella tal como lo estuve hará unos treinta años atrás.

Dragon’s Blood pretende ser divertido, y es divertido. En algunos aspectos, enfocarlo de forma realista como hizo Yolen es una forma de permitirnos obtener esa diversión. Algunas historias dicen: “Está bien, puedes desconectar tu cerebro y simplemente disfrutar de esto”. Pero los trabajos de Jane Yolen dicen algo diferente: “No tienes que desconectar nada. Piensa sobre esto. Preocúpate por ello. Pero acéptalo como parte de una historia que está bien disfrutar al mismo tiempo.” Creo que ese es el equilibrio que los mejores trabajos de ciencia ficción y fantasía luchan por alcanzar.

Hay una sensación de clímax inherente conforme el dragón de Jakkin crece. Hay misterio y tensión conforme él y Akki trabajan para mantenerlo oculto. Y aquí está la pregunta primordial: ¿Conseguirá Jakkin tener éxito en alcanzar su libertad? ¿Qué le costará conseguirlo? El libro es corto, esta vez escuché la edición de audio, y apenas tardé seis horas. Pero contiene muchísimas cosas en ese lapso de tiempo, y la experiencia me pareció un verdadero placer.

Me alegra mucho haberme sumergido de nuevo en Dragon’s Blood. La experiencia me recordó a la vez mis primeros pasos vacilantes como lector, y me enseñó un par de cosas sobre narración.

Apasionada de los comics, amante de los libros de fantasía y ciencia ficción. En sus ratos libres ve series, juega a juegos de mesa, al LoL o algún que otro MMO. Incansable planificadora, editora, traductora, y redactora.

Comments

  • snitch

    Hola, acabo de descubrir esta pagina. Tu eres la única que realiza estas columnas o hay más usuarios? Estoy perdido en como encontrar este tipo de post. Gracias!

  • Ysondra

    Aló, pues básicamente, yo. Soy la que escribe el contenido de la web por lo general. Con Sasori llevamos el club de lectura cuando lo activamos, y ahora está también Yurai, que hace temas de cosplay.

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