Odio los Dragones (versión extendida) – Capítulo 2

Este es el segundo capítulo de la versión extendida de la historia que escribió como ejercicio de diálogo. Lo cierto es que me he encontrado con un par de complicaciones a la hora de traducir, y espero haber salido airosa (o relativamente airosa) del paso. Y bueno, en cualquier caso, me lo tomo con humor.

En este capítulo se descubre la segunda habilidad de Skip, un talento digno de un libro de la saga de Alcatraz contra los Bibliotecarios Malvados. Estoy convencida de que Skip lo pasaría en grande allí.

Sin más, os dejo para que disfrutéis de la lectura, y al final también he puesto un par de comentarios.

¡Un abrazo!

ODIO LOS DRAGONES (VERSIÓN EXTENDIDA): CAPÍTULO DOS

UN RELATO DE BRANDON SANDERSON, PUBLICADO ORIGINALMENTE EN SU WEB

—Estoy tan, pero tan cansado —enunció Skip en voz alta.

Estaba bastante orgulloso de sus dotes de actor, aunque ningún grupo de actores le hubiera contratado. No era bueno para el negocio que tu teatro se infestara periódicamente de dragones famélicos.

—Y además —dijo Skip—, odio la luz del sol. Así que no pienso mirar hacia arriba. Simplemente voy a dar una vuelta por este… esto… rocoso lugar de rocas y a localizar un sitio donde estirarme para echar una siesta.

Conforme el dragón se movía en círculos, se produjo el batir de unas enormes alas en el cielo. El truco consistía en hacerle bajar a tierra. Los dragones no eran una criaturas particularmente ágiles, aunque Skip realmente no podía culparlas por ello. Intenta pesar más o menos lo mismo que una casa pequeña, y a ver qué tan fácil te resulta volar. Necesitaban una buena carrerilla para despegar, y preferentemente una cima desde la que lanzarse.

Los dragones resultaban peligrosos en el cielo. Pero claro, también lo resultaban en tierra. Solo que un poco menos peligrosos. Más o menos igual que una espada es menos peligrosa siempre que esté apuntada hacia otra persona. De todas formas, si Skip podía engatusar al dragón para que bajara, los cazadores podrían atacar. Jamás habrían podido hacerle descender del cielo, así que permanecían escondidos hasta que se decidiera a bajar a tierra.

Por lo general, los dragones intentaban arrancarlo del suelo al vuelo. Estaba preparado para eso. Mientras una gran ráfaga de aire le alcanzaba desde atrás, y algo antinaruralmente enorme y reptiliano le buscaba con sus garras, Skip tropezó. Fue un tropiezo experto (otra cosa más en la que estaba empezando a demostrar pericia), que le llevó a darse caer al suelo, en el interior de un pequeño hueco en la roca.

El dragón pasó volando justo por encima de su cabeza, incapaz de descender lo suficiente como para atraparle sin dejar de volar. Tendría que bajar a tierra. Unas alas oscuras como la medianoche y amplias como una alambrada se movían poderosamente batiendo arriba y abajo, alzando nuevamente al dragón para volar una vez más.

—Dios —dijo Skip en voz alta, porque los dragones tienen buen oído pero aún así tienes que proyectar la voz—. Estoy triste porque he tropezado y se me ha metido polvo en los ojos, así que no he podido ver nada durante unos instantes cuando me alcanzó esa brisa. Quizás me eche la siesta en este pequeño recoveco en el suelo. Espero que no hayan bestias salvajes cerca que me ataquen.

Maese Johnston asomó su cabeza de prominente mostacho tras una roca.

—Morder. El guion dice que me muerdan.

—¡Estoy extrapolando!

—¿Qué pinta la piel del dragón aquí?

—Eso es exfoliar. Mirad, ahí vuelve. Atrás. Ejem. Sí. ¡Me voy a echar la siesta ahora mismo!

Y aquí fue cuando Skip tuvo que cerrar sus ojos de verdad. Era la parte más peligrosa. Estaba en tensión, listo para salir de un brinco y apartarse en cuanto los cazadores aparecieran en tropel para atacar. Algo pasó volando en el aire, aunque no lo suficientemente cerca.

Silencio.

Dubitativo, Skip abrió un ojo. El enorme dragón había aterrizado, pero no en el suelo. Colgaba en lo alto de una de las formaciones rocosas que recordaba a una espina, cual pájaro en un árbol. Si ese pájaro fuera tan ágil como una bañera.

—Eres un actor malísimo —dijo el dragón, con un tono bajo que retumbaba.

—Esto… ¿En serio? Lo cierto es que pensaba estar mejorando. He estado practicando frente al espejo.

—Horrible. He visto trozos de culebrones que tenían actores mejores que tú. Asumo que tienes una banda entera de cazadores de dragones a la espera.

—Mmm. ¿No?

—¿No, que no los tienes? ¿O no, que yo no lo asuma? Porque la verdad es que no creo que seas capaz de valorar lo que asumo o dejo de asumir. Por cierto, ¿quién te escribió el guion?

—Maese Johnston.

—Necesita un editor.

—¡Precisamente he estado intentando explicárselo! ¿Sabes lo difícil que es trabajar con unas líneas tan terribles?

—Esa no es excusa para tu deplorable interpretación.

—Pero al menos da un poco de contexto, ¿no?

—Podría ser.

—Así que esto… Si te has dado cuenta del engaño… ¿Cómo es que sigues aquí? ¿No deberías haberte ido volando?

El dragón contempló a Skip a través de una rendija en sus reptilianos ojos rojos, mientras pendía en su soporte. Desde ahí arriba, seguramente podría alzarse y permanecer en el aire. O como poco, bajar a tierra en una especie de carrera de obstáculos batiendo sus alas para despegar rápidamente.

De todas formas, los cazadores podrían haber atacado. La criatura no estaba en el aire, y deberían haber sido capaces de tirarla al suelo. Pero seguían escondidos. Seguramente pensaban que era demasiado peligroso.

El dragón parecía… ansioso. Se reclinó hacia delante en su soporte, mirando a Skip atentamente. El monstruo lo quería, quería devorarlo, y desgarrar su carne. El aroma era embriagador. Ese era el motivo por el que no había salido volando, a pesar de ser consciente de la trampa. La atracción de Skip Hierba-Dragonera era demasiado fuerte como para ignorarla.

—Por qué no trepas hasta mí —dijo el dragón con su estruendosa voz.

—¿Disculpa?

—Trepar hasta aquí.

—Me comerías.

—Esa es la idea.

—Entonces, creo que declinaré la invitación.

—Oh, vamos. No será tan terrible como piensas. Apenéis sentirás ni un poquito de dolor.

—Me da igual que me vaya a doler o no. Seguiré estando muerto. Y has usado la palabra incorrecta. Tendrías que haber usado apenas.

—¿Ah sí? ¿Cómo lo sabes? Apenéis hay diferencia en cómo se pronuncia.

—Lo cierto es que puedo diferenciar los acentos.

—No me digas. ¿En serio?

—Sí. También puedo sentir la ortografía. Es mi otro truco.

—Eso es… Interesante, niño. Muy interesante. Bueno, acabemos con esto. No tiene sentido retrasarlo. Sube aquí y sé devorado.

—No es que me estés dando un argumento muy convincente.

—Soy un dragón muy ocupado.

—Curioso. Yo tengo un montón de tiempo. Podría estar aquí sentado todo el día, siempre que no implique ser devorado.

—Oh, vamos. No te hagas el difícil. Os crearon para esto.

—¿Qué es lo que te ha llevado a considerar una idea tan mala?

—¡El ciclo de la vida, jovencito! ¡La belleza de la naturaleza! Toda criatura acaba devorada por una aún mayor, y así una y otra vez, hasta alcanzar a los depredadores alfa. Mmm… De los cuales, por cierto, yo soy uno.

—Ya me he percatado.

—Bueno, las vacas comen hierba, los lobos se comen a las vacas, los hombres se comen a los lobos, los dragones se comen a los hombres. Todo es majestuosamente sencillo.

—Lo cierto es que no comemos lobos.

—¿No?

—No, salvo que tengamos muchísima hambre. Y aún entonces no saben demasiado bien, o eso me han dicho. Demasiado fibrosos.

—Bueno, claro, cabía esperar de vosotros. El hombre nunca hace lo que se le dice. Por poner un ejemplo, este preciso instante en el que te niegas de una forma sorprendentemente ruda a ser devorado. ¿Cómo podría persuadirte?

—Lo cierto es que me estás persuadiendo.

—¿En serio? ¿Está funcionando? Esto, quiero decir… Pues claro que te estoy persuadiendo. Se me conoce como un conversador muy persuasivo, entre los míos.

—No necesitabas esa coma —dijo Skip—, pero seguramente podrías haber puesto «entre los míos» al principio de la frase. Pero ese no es el tema. Verás, he dicho que me estás persuadiendo, porque la definición de la palabra implica la acción de intentar convencer a alguien de que haga algo, independientemente de que consigas persuadirlo o no. Persuades a alguien y entonces, tienes éxito o fracasas. Mucha gente la emplea de forma incorrecta. La palabra que buscabas era convencer. Necesitas convencerme, no persuadirme.

—No debes resultar muy divertido en las fiestas, eh, pequeño humano.

—Yo… esto… no me invitan a fiestas a menudo.

—No acierto a imaginar porqué. Y bueno, ¿vas a dejar de lloriquear y a venir para que te devore como a un hombre?

—No.

—Vas a hacer llorar a la madre naturaleza.

—Bien. Necesitamos más lluvia. ¿Por qué no te contentas con comerte una vaca?

—¿Por qué no comes un poco de hierba?

—Pues… los humanos no pueden digerir la hierba.

—Y los dragones no pueden digerir vacas.

—¿En serio?

—En serio. Los humanos fueron diseñados y construidos para ser comidos por los dragones. Es la naturaleza de la vida.

—Pues a mí me parece un tanto injusto. ¿Quién os come?

—Los gusanos, una vez hemos muerto. Todo es muy metafísico.

—¿Cómo es que quedan tantos humanos?

—No necesitamos alimentarnos a menudo, pequeño humano. Una vez cada varios meses. Vuestra población es lo suficientemente grande como para mantenernos. No os quedáis sin… ¿Qué decías que coméis?

—Vacas. Cerdos. Zanahorias. Muy pocos lobos.

—Bueno, esto es muy parecido a cuando vosotros coméis esas cosas.

—Salvo por el detalle de que yo muero.

—Piensa en el bien que estarías haciendo.

—¿El bien? ¿Al mantener vivo un dragón para que siga provocando terror?

—No, al sacrificarte por otra persona. Si no te como, simplemente me marcharé y buscaré a otra. Posiblemente una joven y virginal doncella. Pobre niña. Si lo piensas, dejarte comer ahora mismo sería algo muy valiente por tu parte. Noble, heroico.

—Bueno, visto así…

Con cuidado, Skip se levantó del suelo y fingió considerar lo que le había dicho. Después, intentando parecer resignado, se encaminó hacia el rocoso saliente donde estaba el dragón.

El dragón se inclinó hacia delante, con sus rojizos ojos entornándose en anticipación. La criatura inhaló profundamente y al hacerlo dio la impresión de que el hechizo iba en aumento, mientras sus labios entreabiertos dejaban relucir unos dientes afilados como cuchillos.

Skip se acercó. Más de lo que le hubiera gustado. Podía oler el pútrido aliento del dragón, ver su reflejo moverse en las garras casi metálicas de la criatura. Dio un paso hasta quedar bajo su sombra.

—Espera —dijo Skip como si acabara de darse cuenta de algo—. ¿Qué estoy haciendo?

Y se detuvo.

Eso fue suficiente como para atraer al dragón, que estaba convencido de estar a punto de perder la oportunidad de echar un bocado. Los ojos de la criatura se ensancharon, e incluso enloquecieron ligeramente, intoxicada por el aroma de Skip. Sabía que había cazadores al acecho. Sabía que estaba en peligro, y que si aterrizaba en las rocas, iba a pasarlo mal para conseguir alzar nuevamente el vuelo con cierta rapidez.

Pero por el momento, parecía haberse olvidado de todo aquello. El aroma de Skip podía llegar a tener ese efecto. El dragón saltó, extendiendo sus alas conforme se abalanzaba en una mezcla entre salto y planeo, presto a atacarlo. Skip se echó hacia atrás, golpeándose contra las rocas mientras se apartaba del camino.

—¡A por él, muchachos! —gritó maese Johnston, saliendo de su escondrijo y preparando su ballesta.

Había dos docenas de cazadores. Primero dispararon las ballestas, lanzando gruesos virotes de endemoniadas puntas que estaban diseñadas para perforar escamas de dragón. Solo conseguían la suficiente potencia al ser disparadas de cerca, pero funcionaban de maravilla. Unos pocos hombres aparecieron corriendo con trabucos, unas armas de pólvora con amplios barriles repletos de perdigones.

En cuanto el dragón rugió, manteniéndose en pie ante Skip, Puke y Took (los portadores de los trabucos) descargaron andanadas de perdigones a sus alas desplegadas que perforaron la tensa piel, reduciendo aún más las probabilidades de que el dragón se alejara volando.

La criatura chilló de dolor, y Skip aprovechó la oportunidad para escabullirse. Enloquecido, el dragón saltó adelante con intención de perseguirle, esparciendo a un lado a los encargados de los trabucos.

Skip notaba como su corazón latía atronadoramente en su interior mientras corría. No era tan rápido como el dragón, pero tenía algo de ventaja. Si pudiera llegar a las paredes rocosas. Apenas unos metros…

Sintió la sombra del dragón caer sobre él.

Skip tropezó.

Una fila de cazadores aparecieron tras las rocas cercanas y saltaron sobre él, apoyando la base de las lanzas contra la roca. El dragón, ahora completamente trastornado por el dolor y el aroma de Skip, embistió hacia delante con sus rojizos ojos abiertos de par en par y prácticamente obnubilado. Su inercia lo llevó a clavarse en las lanzas, arrojando al aire tres de ellas.

Su cabeza quedó a escasos centímetros de Skip, con sus fauces entreabiertas mientras un rastro de baba resbalaba del labio inferior. Y entonces, cayó hacia un lado, con las piernas estremeciéndose entre sacudidas.

Los lanceros se acercaron a terminar la carnicería. Skip se quedó tumbado en el suelo respirando sin dejar de temblar.

Necesito encontrar otro trabajo, en serio, pensó.

November 24, 2019

Tengo que decir que en este segundo capítulo, y teniendo en cuenta el tono jocoso de la historia, esperaba un final más feliz para el pobre dragón que me caía bien, después de todo.

Parecía un dragón sensato y culto, a pesar de sus problemas gramaticales. Siendo una historia de Brandon, y sabiendo lo mucho que le gustan los dragones, albergaba esperanzas de un final en el que Skip y él se hicieran amigos. Ya veo que andaba bastante errada. ¿Vosotros también esperabais este desenlace?

Os dejo también un par de notas sobre la traducción. A diferencia de otras historias de Brandon, las he pasado un poco canutas con los chistes ortográficos.

NOTAS:

Hay algunas cosas que me ha costado traducir esta vez. Resulta que, como habréis visto si habéis leído hasta aquí, la segunda habilidad de Skip es “ver la gramática”. Por eso es tan tiquismiquis y corrige a todo el mundo cuando habla. Ha sido un poco complicado intentar mantener algunos de los juegos de palabras. Por ejemplo en este fragmento:

“Oh, come now. It won’t be so bad as you think. They’re will he hardly any pain at all.”

“I don’t care if there’s pain or not. I’ll still be dead. And you used the wrong version of ‘they’re.’ You wanted there instead.”

“I did? How can you tell? They’res no difference in the sounds they make.”

“Actually, I can hear apostrophes.

Que yo he traducido jugando con una mala pronunciación del dragón en “apenas” y “apenéis” del verbo apenarse. Un poco traído de los pelos, pero bueno.

—Oh, vamos. No será tan terrible como piensas. Apenéis sentirás ni un poquito de dolor.

—Me da igual que me vaya a doler o no. Seguiré estando muerto. Y has usado la palabra incorrecta. Tendrías que haber usado apenas.

—¿Ah sí? ¿Cómo lo sabes? Apenéis hay diferencia en cómo se pronuncia.

—Lo cierto es que puedo diferenciar los acentos.

El otro punto fue aquí, cuando Skip corrige al dragón sobre el uso de la coma:

“Really? This is working? Er, I mean . . . of course I am. I’m known as being very compelling conversationalist, among my peers.”

“You didn’t need that comma,” Skip said, “but you should probably have put ‘among my peers’ after ‘I’m known.’

—¿En serio? ¿Está funcionando? Esto, quiero decir… Pues claro que te estoy persuadiendo. Se me conoce como un conversador muy persuasivo, entre los míos.

—No necesitabas esa coma —dijo Skip—, pero seguramente podrías haber puesto «entre los míos» al principio de la frase.

NOTA: Dejo esto como anécdota porque me ha llevado loca (nota mental, glosario de armas en el futuro). blunderbluss se traduce como trabuco en español, así que lo he cambiado en la historia. No obstante, dejo esto como nota para el futuro. Los pifiabuses siempre tendrán un rincón en mi corazón xD. Muchas gracias a DaniPG de nuestro Discord por la ayuda :)

Y ya lo que me ha matado ha sido la palabra: blunderbusses, que aparece en la historia y se refiere a un tipo concreto de arma. Sin tener mucha idea de qué hacer con esto, porque claro, difícilmente puedo preguntar ahora mismo a nadie del equipo de Brandon, me acordé de los obuses, la especie de cañones que lanzan unos proyectiles bastante grandes. Me ha despistado un montón el “blunder”. En inglés, blunder es un término que hace referencia a las meteduras de pata o las pifias. Me he montado mi propia peli, pensando es cómo es maese Johnston y cómo debe ser su gente, y juntando el obús con el blunder he acuñado el pifiabús, un arma que funciona gracias a la pólvora y que lanza perdigonazos por ahí.Quién sabe. Igual hasta he acertado xD En cualquier caso, a falta de algo mejor, dejo el pifiabus y si me he equivocado, pues quedará como anécdota para la historia.

 A few other men ran out with blunderbusses—black powder weapons with wide barrels, packed with birdshots.

Espero que hayáis disfrutado del capítulo. Ya nos queda solo el último que compartió Brandon, el capítulo 4. El capítulo 3 está sin terminar. Era un fragmento en el que aparecía la hechicera pero no quedó contento con el resultado, así que la semana que viene cerraremos este pequeño ciclo. Una estupenda forma de celebrar la semana de Sant Jordi, también conocido como el Día del Libro.

¿Ya sabéis qué libro vais a regalar y a quién?

Apasionada de los comics, amante de los libros de fantasía y ciencia ficción. En sus ratos libres ve series, juega a juegos de mesa, al LoL o algún que otro MMO. Incansable planificadora, editora, traductora, y redactora.

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