La labor del traductor: entrevista a Manu Viciano, traductor de Juramentada

¡Yo no soy un calcador!

Si existe una profesión incomprendida y vapuleada por parte de los lectores dentro del mundo editorial, esta debe ser, probablemente la del traductor. Esa figura que habita entre las sombras, cuyo nombre pocas veces conocemos, pero cuyo trabajo es ocasionalmente criticado y cuestionado sin apenas argumentar. Porque criticar es fácil y en ocasiones, hasta deporte nacional. Nos ha pasado a todos. Pero, ¿alguna vez nos paramos a pensar que dar forma a un universo, y conseguir que leamos una novela extranjera, de manera que parezca que ha sido escrita en nuestro propio idioma, puede resultar algo infinitamente complicado?

Muchas veces el desconocimiento hace que se achaquen al traductor todo tipo de fallos dentro de una novela, incluso aquellos meramente tipográficos. Si, además, conocemos el idioma original de la misma, puede suceder que incluso nos estiremos de los pelos tras leer una palabra que nos chirríe, algo que automáticamente puede llevarnos a pensar “yo no lo hubiera traducido así”. Vale la pena recordar por un instante, que no es lo mismo leer en un idioma, que traducir, o que escribir con estilo literario. Todos somos humanos, y un traductor es tan solo un profesional (que a veces tiene información que nosotros desconocemos y que le ha hecho decantarse por una palabra y no por otra), que está aportando lo mejor de sí para que los lectores puedan disfrutar de una novela.

Cuando pienso en los traductores, muchas veces me viene a la cabeza una escena de la película Persiguiendo a Amy, del director de culto Kevin Smith (Mallrats, Clerks, Dogma…), en la que durante una convención de cómics se encuentran firmando su obra un dibujante/guionista y el entintador.

La inestimable labor del traductor literario

¿Que sabemos en realidad, de los traductores?

Creo que es un buen momento para plantear una reflexión inicial, y es que existen muchos tipos de traductores. Tantos, como diferentes estilos de obras escritas, y aquí podemos englobar desde la traducción literaria, a la técnica, pasando por la judicial. Como anécdota diré que una vez conocí uno que se alistó a un máster de repostería tradicional de un año (ahí fue donde le conocí), con la finalidad de entender mejor el vocabulario, el contenido y los procedimientos utilizados en los libros que tenía que traducir, y poder así ofrecer las recetas y explicaciones de la mejor forma posible. Ese ejemplo demuestra no solo el nivel de profesionalidad de algunas personas, si no su apasionado compromiso y dedicación.

Así que hoy queremos hablar un poco sobre la enorme labor que realizan los traductores, sin los cuales no tendríamos acceso a un sin fin de obras escritas. Indudablemente, habrá momentos en los que su labor se desarrollará con más acierto y otras con más desatino. Pero es que cada vez que tenemos que tomar una decisión, quedamos automáticamente expuestos al posible error. Eso, dejando de lado la presión que todos soportan ya por la mera existencia de los plazos de entrega, presión que se ve incrementada proporcionalmente conforme más conocido sea el autor de la obra original, pongamos como ejemplo a Brandon (como podríamos hablar de George R.R. Martin), cuyos escritos son esperados con ansias por todos los fans cada año. Y la presión que a veces, sin querer, suponemos los lectores.

Para los amantes de la fantasía y la ciencia ficción, probablemente el mercado angloparlante es la meca, el origen de todas esas lecturas que nos iniciaron en el mundillo. En ese sentido, un traductor es un puente maravilloso que nos conecta con mundos más allá de la barrera idiomática. Es una persona que dedica cada minuto de su trabajo a hacernos llegar una historia que ha sido escrita en un idioma que nos es ajeno, para que la leamos (y sintamos al hacerlo), que parece haber sido escrita (en nuestro caso) directamente en español.

Personalmente, veo en un traductor literario a esa persona que intenta ponerse en la piel del autor original, y que intenta transmitirnos las sensaciones de esa historia que escribió, de la forma más cercana posible, buscando la manera de hacernos llegar las emociones, los chistes, y las referencias que pueblan una obra.

Quizás para traducir, para traducir realmente bien, se necesita poseer alma de escritor. Para transmitir, necesitas destreza a la hora de escribir. Me viene ahora mismo a la mente el ejemplo de Ken Liu, autor de varias obras que han sido traducidas al castellano bajo el sello editorial Runas (El zoo de papel, Planetas invisibles, o las dos primeras entregas de la trilogía La Dinastía del Diente de León), quien ha sido el encargado de traducir al inglés la prestigiosa obra de ciencia ficción conocida como la Trilogía de los tres cuerpos escrita originalmente en chino por Cixin Liu, cuya lectura podemos disfrutar en español gracias a Nova.

Un traductor es una persona con una riqueza de vocabulario tal, que utiliza las palabras como los pintores pueden utilizar diferentes pinceles y pigmentos a fin de conseguir una hermosa obra.

Hoy en día, tenemos la gran suerte de que poco a poco se nos abren nuevos mercados. Estamos muy acostumbrados a los autores ingleses o norteamericanos, como el propio Brandon Sanderson, pero también empiezan a llegarnos obras traducidas que han sido traídas desde otros rincones. Escritas por autores chinos como los ya mencionados Cixin Liu o Ken Liu. Pero nos llegan también otras novedades como Binti, de la nigerio-americana Nnedi Okorafor que será puesta a la venta próximamente por editorial Crononauta, o el recopilatorio Estación Central de Lavie Tidhar que edita también este año Alethé Ediciones. Podríamos también hablar de la apuesta por la ciencia ficción japonesa que hizo Nova en 2017 con Paradox 13 escrita por Keigo Higashino, o la traducción de la antología de ciencia ficción Japón Especulativo que nos brindó Satori Ediciones.

“Unite them” (“Únelos”) dice un personaje en una conocida obra de Brandon. Esa es, precisamente, la magia de los libros: unir a las personas.

Y es que los libros son una ventana al mundo, una forma de romper barreras y de abrir la mente. Y por ello (contrariamente a lo que a veces algunas personas creen de forma errónea), “incluso” una novela de fantasía o ciencia ficción puede enseñarte mucho sobre la realidad y el punto de vista de culturas totalmente ajenas a la propia. Lo aprendimos de pequeños sin darnos cuenta leyendo Las Mil y una Noches, maravillados con su magia, su arquitectura, imaginando exóticos paisajes, comidas y atuendos. O lo aprendimos leyendo cuentos rusos o cuentos japoneses, dejando volar la mente a otros rincones del mundo. O lo aprendimos (y seguimos aprendiendo), leyendo comics, BD o manga.

Por más idiomas que hablemos, siempre habrá una historia desconocida, escrita en un idioma más allá de nuestro alcance, que necesitará de un traductor para que podamos disfrutarla.

Y para conocer con más profundidad esta fascinante labor, tenemos con nosotros a Manu Viciano, el traductor de Arcanum Ilimitado, quien ahora está trabajando también Juramentada, la esperada tercera entrega del Archivo de las Tormentas de Brandon Sanderson, que será publicada en castellano el jueves 5 de abril.

Cosmere, o la complejidad de traducir a Brandon Sanderson

Manu Viciano es una de las pocas personas que durante su trayectoria ha trabajado con las obras de dos autores cuyos universos resultan particularmente complejos, debido tanto a su vasta extensión como a su riqueza en detalles. Universos plagados de personajes cuyas aventuras se entrecruzan espacio-temporalmente, que obligan a tener una mente ágil capaz de recordar pequeñas referencias. Nos referimos al propio Brandon, y al queridísimo y ya difunto escritor, Sir Terry Pratchett, autor de la inolvidable saga de Mundodisco. Quizás no sea descabellado pensar, que si alguien ha sido capaz de traducir a Pratchett, puede con (casi) todo.

Todos recordaréis que en octubre del pasado año salió a la venta Arcanum Ilimitado, una antología de relatos cortos del Cosmere, con historias que en su gran mayoría ven la luz en español por vez primera gracias a la traducción, precisamente, de Manu Viciano. Estas historias tienen lugar en diferentes sistemas del Cosmere, algunos ya conocidos como Scadrial (donde acontece Nacidos de la Bruma) o Roshar (el mundo de El Archivo de las Tormentas) entre otros, y otros que representan una novedad como Treno o Sexto del Ocaso. A pesar de que la extensión del libro es grande (784 páginas), pero no tanto como las últimas novelas de El Archivo de las Tormentas, a las que Brandon nos tiene acostumbrados, el proceso de traducción fue a buen seguro complejo, debido a la gran cantidad de nuevos términos que incorporar, a las revisiones, y a tener que velar por la continuidad de los mundos ya presentados en las anteriores novelas del Cosmere.

Y ahora, ya curtido con esa experiencia, vuelve al Cosmere, esta vez para sumergirse por completo en Roshar, e invitarnos a acercarnos a ese mundo, gracias a su traducción de Juramentada.

Entrevista con Manu Viciano

COSMERE: Muchas gracias, Manu, por cedernos algo de tu tiempo para responder a algunas preguntas, más sabiendo que estás embarcado del todo en la traducción de Juramentada, y ello debe ocupar gran parte de tu jornada. La verdad es que estamos muy contentos por esta oportunidad, ya que resulta muy interesante poder conversar contigo sobre la labor del traductor, tu trayectoria y el Cosmere. ¿Quién es Manu Viciano?

MANU: Vaya, veo que empezamos por una difícil. Manu Viciano es un tipo que acabó traduciendo cosas después de haber estudiado matemáticas, y todavía teme que le caiga un relámpago vengativo cada vez que entra en una facultad de Traducción e Interpretación. También es otro montón de cosas, que está más que dispuesto a revelar a quien le invite a unas birras en cualquier sarao friki. Si cuela, cuela.

COSMERE: Cuenta la leyenda urbana que empezaste como traductor de Terry Pratchett. Nos han comentado que enviaste una carta indicando algunos chistes y juegos de palabras que se habían perdido en la traducción que habían sido pasados por alto en algún momento, tras lo cual, acabaste revisando las traducciones, y finalmente acabaste traduciendo a Pratchett tú mismo… ¿Cómo pasó todo eso? ¿Habías traducido alguna novela profesionalmente antes de aquello?

MANU: Pues… pasó más o menos como contáis, sí. Entré en contacto con Plaza & Janés, la editorial que publicaba el Mundodisco de Pratchett, porque llevaba una web en la que, entre otras cosas, desgranábamos las novelas de la serie e intentábamos explicar las referencias y las coñas que hacía Pratchett con todo lo habido y por haber. El resultado fue que acabé revisando las novelas antes de su publicación. Eso fue cuando los dinosaurios poblaban la tierra: me llegaban por correo paquetes de folios impresos, les aplicaba boli rojo y los enviaba de vuelta a Barcelona. Luego, un buen día, me decidí a pedir trabajo como traductor y ya no he parado.

COSMERE: Cualquiera que haya leído una novela del fallecido Sir Terry Pratchett (sobre todo si la ha leído en inglés y también en castellano) coincidirá con nosotros en que tal vez fuera uno de los los autores más complejos de traducir, debido a la cantidad de sutilezas escondidas en sus novelas, los juegos de palabras y los chistes. Es un claro ejemplo de que las traducciones no pueden ser literales, ya que corres el peligro de destruir la mitad de la magia de una historia. Un traductor aporta valor a la obra. ¿Cómo describirías la diferencia entre la traducción literal y la traducción literaria? ¿Cuál dirías que es el aspecto más exigente de la traducción literaria?

MANU: Bueno, es que la traducción literal no acaba de ser traducción. Ni aunque estés adaptando el texto técnico más aburrido del multiverso, que te permita pasar por alto el estilo, puedes apartarte de la intención del autor original. «Depende del contexto» es, tal vez, la respuesta más frecuente (y más irritante) que puede darte un traductor a cualquier pregunta, pero no deja de ser verdad. Todo depende del contexto. Mirad la palabra screw, por ejemplo. Puede significar «tornillo» o «follar», y si no la usas bien te quedan unos manuales de instrucciones bastante impracticables. Aunque más divertidos de leer, eso sí.

En el caso del Mundodisco, lo más jodido de todo eran siempre los juegos de palabras. Las referencias daban trabajo, porque tenías que buscar material que a veces no estaba muy disponible, pero los chascarrillos, los chistes y las paridas había que adaptarlos no solo para que conservaran la gracia en la medida de lo posible, sino también para que no rompieran el ritmo de la narración, encajaran con el mundo y los personajes y otros quince factores. La verdad es que lo echo de menos.

COSMERE: Los que no estamos inmersos en el mundo editorial, que somos amantes de la lectura y ante todo fans, realmente desconocemos el proceso de traducción, y podemos llegar a tener la impresión que las palabras contenidas en el libro que sostenemos en nuestras manos han sido escogidas únicamente por el traductor, cuando realmente, el proceso parece bastante más complejo. ¿Cuántas personas pueden llegar a contribuir durante la traducción? ¿Qué papel desempeñan? ¿Alguna vez tienen voz los fans, como fue tu caso en su día?

MANU: Lo normal, digamos en libros de esos tan sosos que no tienen espadas mágicas ni hipermotores, es que después del traductor lleguen varias revisiones: de estilo, de pruebas, quizá galeradas y tal. Dos ojos son pocos para cualquier texto que tenga que salir en condiciones profesionales, eso es así, y no basta con revisar lo que tú mismo has escrito porque te conoces demasiado, infieres y se te escapan mil cosas.

En el caso del Cosmere, aparte de eso, hay otra capa de revisión con un superequipo que está a la caza de inconsistencias y erratas, como hice yo en su día con el Mundodisco. Mola mucho. Antonio, Dídac y Marina son unas bestias pardas.

COSMERE: En tu metamorfosis de fan a traductor, ¿qué es lo que has aprendido? ¿cómo es el mundo tras los bastidores?

MANU: El mundo editorial es… en fin, si tuviera que elegir un adjetivo, diría «ajetreado». Pero también muy satisfactorio, cuando ves que todo el trabajo de tanta gente, tú incluido, todo el caos controlado que lleva a la publicación, resulta en un producto del que puedes sentirte orgulloso.

COSMERE: ¿Afecta de alguna manera tu oficio de traductor al lector que llevas dentro? ¿Notas alguna diferencia? ¿Disfrutas más de una obra? ¿Menos?

MANU: Más y menos a la vez. Más porque estás acostumbrado a buscar las costuras a las cosas, y en cierto modo da la impresión de que las disfrutas con un poco más de profundidad. Menos porque a veces el revisor que llevas dentro salta con su espada flamígera ante algo que no ves perfecto, y puede sacarte un poco de la narración. Pero con un poquito de autocontrol —que no siempre puede ejercerse, y menos si te pones a leer en la cama después de currar todo el día, como hago yo—, es posible mantener como mínimo maniatado al colega de la espada, y que solo dé patadas.

COSMERE: Nos gustaría volver a tu experiencia en Mundodisco, y hablar un poco de las anécdotas, y la relación con el autor de una obra que te encargan traducir. ¿Cuántos títulos tradujiste? ¿Recuerdas alguna anécdota especial con más cariño? ¿Con qué te quedas, de toda esa experiencia? ¿Si alguna vez te surgía alguna duda, existía la posibilidad de contactar con él?

MANU: Venga, os cuento un secreto. La vida laboral del traductor no tiene anécdotas. O al menos, ninguna que vaya a hacer gracia a la población general. Sí que recuerdo con cariño partirme el culo releyendo en voz alta algún juego de palabras de Pratchett que se había podido traducir especialmente bien para mi gusto, de esos que dices: «Olé Terry, pero olé yo también». Pasaba poco, ojo, que Pratchett era mucho Pratchett y estiraba el inglés como el maestro inimitable que era, pero pasaba.

Respecto a contactar con Pratchett, la verdad es que solo lo hice como fan, antes de empezar a currar con su material, cuando le pedí que dedicara unas palabras a los lectores del boletín que hacíamos y el tío se puso a hablar de horchata. Revisando y traduciendo, no recuerdo que me surgieran grandes dudas. Cuando había que hablar de cosas como títulos de libros y demás, se hacía a través de la editorial y de su agente, Colin Smythe. Por suerte para nosotros, sus lectores, Pratchett era una persona muy ocupada.

COSMERE: A lo largo de los años, también has traducido la Trilogía del Mar Quebrado de Abercrombie, y nos ha parecido que tradujiste para la serie televisiva Star Trek Deep Space 9. Nos gustaría conocer un poco más tu trayectoria.

MANU: Y un par de relatos cortos de Stephen King, y cómics de Paul Pope, y una trilogía juvenil de Rick Riordan, y el útlimo de Stephenie Meyer, y libros de enigmas y diarios de estos que proponen hacer cosas al lector, que se venden como rosquillas. Y en series, estoy bastante contento con cómo está quedando The Americans, que además me encanta, y he hecho cositas también para Marvel/Netflix. Mi trayectoria podría resumirse en: «Tú trae para acá, que yo le doy caña». Y que dure.

COSMERE: ¿Cómo aterriza uno en el Cosmere? ¿Cuál ha sido la novela de Brandon Sanderson que más has disfrutado leyendo?

MANU: Yo aterricé como traductor en el Cosmere por recomendación de Manuel de los Reyes García Campos, que tiene el nombre demasiado largo y, al no poder maquetarlo bien en la página de créditos, Nova prescindió de sus servicios. No, en serio, Manuel se lo tuvo que dejar y me propuso para sustituirlo. Si me estás leyendo, mil gracias, nene. Hasta el momento he hecho Arcanum ilimitado, que definiría como un aterrizaje forzoso, a saco en varios mundos a la vez, y ahora Juramentada. Mi primero de Sanderson, sin embargo, fue el quinto de Alcatraz, con el que ojalá me acerque a la altura de mi archienemiga Pilar Ramírez Tello, que hizo los cuatro anteriores.

Creo que el libro que más disfruté de Sanderson fue el primero que leí, El Imperio Final, primer volumen de «Nacidos de la bruma». Esa gente quemando metales, volando por los aires e influyendo en las emociones ajenas me hizo disfrutar como con los primeros libros de fantasía que leía de chavalín.

COSMERE: Después de tantas horas dedicadas a leer las obras escritas por Brandon para traducir, ¿qué destacarías de su forma de escribir? ¿Existe alguna característica que llame más tu atención?

MANU: Sanderson es un tío directo, que no se anda con demasiadas florituras. Que no se me malinterprete: tiene muchísimo oficio, y cuando corresponde suelta unas frases que se te clavan. Pero si tiene que pasar algo durante una cena, por ejemplo, no se entretiene describiéndote la cubertería. Pasa lo que tiene que pasar y a otra cosa. Y aun así, sobre todo en «El Archivo de las Tormentas», escribe unos tochazos de no te menees, pero son tochos densos, que avanzan sin descanso y te obligan a seguir leyendo.

COSMERE: ¿Cuántas pantallas, diccionarios, y manos se necesitan para traducir un libro del Cosmere?

MANU: En mi caso, dos pantallas, el María Moliner, varios diccionarios en línea, todos sus textos originales y traducidos para hacer búsquedas y las dos manos que tengo, aunque alguna vez haya dado algún cabezazo al teclado.

Oathbringer, por Michael Whelan

COSMERE: Tenemos que confesar que la idea de hablar contigo en “primera persona” surgió a raíz de un intenso debate en el grupo de Facebook, sobre algunos de los términos aparecidos en Arcanum Ilimitado, siendo concretamente uno de ellos la traducción de Threnody por Treno, el sistema en el que tiene lugar la historia Sombras por Silencio en los bosques del infierno. El debate se zanjó gracias a Marina Vidal, quien explicó que la palabra había sido traducida de su raíz griega. Y recientemente ha resurgido en torno al título de Oathbringer, en castellano, Juramentada. Dichos debates nos llevaron a reflexionar sobre la necesidad de esta entrevista. ¿Cómo es el proceso de traducción en el Cosmere? ¿Difiere mucho de otras traducciones que has hecho hasta la fecha, dada la profundidad del universo?

MANU: Os decía que mi aterrizaje en el Cosmere fue con Arcanum ilimitado. Fue eso que dicen de caer corriendo, porque claro, sin haber hecho nada antes del Cosmere (y habiéndolo leído solo en inglés hasta la fecha), de golpe tuve que vérmelas con novelas cortas y relatos ambientados en varios mundos distintos. Algunos eran nuevos, como Treno precisamente, pero ya había cuatro o cinco novelas ambientadas en Scadrial y casi su equivalente en grosor ambientado en Roshar. Manuel se lo curró mucho pasándome su glosario, y ya digo que Antonio, Dídac y Marina son una ayuda inestimable, pero aún así fue un poco en plan: «¿Sabes por qué lado se coge un hacha? Pues hala, ponte a talar este bosque». Por otra parte, hacerlo me puso al día con los entresijos del Cosmere rapidito, rapidito, cosa que agradezco bastante ahora.

COSMERE: Sin alejarnos mucho del ejemplo de Treno y Threnody (u Oathbringer y Juramentada), como lectores, estamos tan acostumbrados a los anglicismos y a las palabras inventadas que a veces se nos pasan por alto detalles como el origen de algunos nombres que pueden provenir de otro idioma. En este tipo de situaciones querríamos saber, ¿cómo traductor, recibes algún tipo de anotaciones de Brandon que te ayuden? Y como escritor, ¿está involucrado el propio Brandon o su equipo?¿Puedes contactar con alguien en caso de duda?

MANU: Teóricamente podría, pero en realidad soy poco de atosigar si puedo resolver las cosas de otra manera. También hay que tener en cuenta que llegué al Cosmere con un montón de títulos publicados y un equipo detrás que ya llevaba carrerilla, por lo que buena parte de las posibles dudas estaban resueltas de antemano. Las pocas que han surgido desde entonces —me vienen a la mente los Deshechos y el propio título de Arcanum Ilimitado—, se han ocupado de consultarlas Marta Rossich, la editora de Nova, y el Equipo Sanderson, y así yo me dedico a lo mío, que es aporrear el teclado.

COSMERE: Mirando al futuro, nos damos cuenta de que el Cosmere en toda su extensión podría acabar abarcando más de cuarenta (o quizá cincuenta) obras. Como lectores, estamos encantados, pero desde tu perspectiva imaginamos que ello requiere una gran capacidad de planificación y organización. ¿Tienes tu propio glosario del Cosmere? Y, si es así, ¿qué extensión tiene y cuántos términos abarca?

MANU: Je, sí. Tengo mi glosario del Cosmere, ya lo creo. Partía de buenos cimientos, como os decía gracias a Manuel y al Team Sanderson, pero también ha crecido bastante con estos dos tochos de los que me he ocupado. Ahora mismo el glosario del Cosmere tiene cerca de mil quinientas entradas, que en mi formato son trece páginas. Aún no es el del Mundodisco, que tiene veintiuna, pero todo se andará.

COSMERE: En este sentido, sabemos que cuentas con la ayuda de Marina Vidal, Didac de Prades, y Antonio Torrubia, quienes velan por la continuidad de este apasionante universo de ficción, y cuyo trabajo viene a ser como el de los lectores beta de Brandon. ¿Cómo funciona este trabajo en equipo?

MANU: La verdad es que de maravilla, muy fluido. Aparte de tener el glosario en línea (lo actualizo en breve a la versión 1.0, chicos), he ido pasándoles cachos, que en el caso de «El Archivo de las Tormentas» tienen la extensión de novelas cortas, y usamos una plataforma de colaboración para plantear dudas, resolverlas y hacer cambios en el texto, que luego incorporo yo al documento definitivo para entregarlo a la editorial.

Ahora es cuando nos hackean la cuenta a alguno y la liamos parda :)

COSMERE: Otra de las cuestiones que nos gustaría tratar, ya para finalizar, es el cambio de traductor en las obras de Brandon. Imaginamos que ello puede representar una complejidad añadida, dado que desde que se publicara la primera novela de Sanderson por primera vez en español, han trabajado en ella otros traductores. Por ello, lógicamente, no es de extrañar que los lectores teman un nuevo cambio y el impacto que ello puede representar sobre la nomenclatura de algunos términos, así como en la coherencia de cara a obras pasadas y futuras. ¿Cómo ha sido este proceso de adaptación? ¿Mantienes contacto con Manuel de los Reyes para intercambiar información? ¿Qué le dirías a los fans, para que no se preocupen?

MANU: Pues que no se preocupen mucho y que, en el peor de los casos, soy alto y tengo buena cabeza, por lo que es fácil apedrearme si me ven en el festival Celsius 232 o algún sarao similar. De todos modos, el Mundodisco me convirtió en un pequeño fanático de la coherencia interna, pero lo que más debería tranquilizar a todo el mundo es el Equipo Sanderson, que está ahí desde antes que yo y le tiene el truco pilladísimo al Cosmere. Así que no sufráis, que en Juramentoide los Galanes Resplandecientes van a seguir llamándose Galanes Resplandecientes.

COSMERE: Antes de despedirnos, queremos agradecerte de nuevo que hayas dedicado parte de tu día a responder nuestras preguntas. ¿Hay alguna cosa más que te gustaría compartir con nosotros?

MANU: Naaaa, lo dejamos para la próxima, que ya os he aburrido bastante. Circulen, aquí no ha pasado nada.

Apasionada de los comics, amante de los libros de fantasía y ciencia ficción. En sus ratos libres ve series, juega a juegos de mesa, al LoL o algún que otro MMO. Incansable planificadora, editora, traductora, y redactora.

Comments

  • Nikto

    Impresionante labor que tiene sobre su espalda Manu Viciano, mi más sincera admiración para con él. ¡Y muy buena la entrevista Ysondra!

  • Ysondra

    ¡Muchas gracias! :) Me alegro de que te haya gustado. Personalmente, yo agradezco su sinceridad y cercanía con las respuestas ^^ El trabajo del traductor es bastante complejo y me apena que normalmente si decimos algo de la traducción suele ser para saltar a la yugular... Esperamos retomar el tema de las traducciones en el futuro ^^

  • Leticia

    ¡Gracias por entrevistar a Manu Viciano! A veces es difícil apreciar una buena traducción sin compararla con la original, pero conseguir que el lector se sumerja en la historia sin sobresaltos es muy buen indicio. La labor del traductor, los revisores, los correctores, etc., es fundamental para que al final podamos disfrutar de una gran obra.

  • Ysondra

    La verdad es que fue un verdadero placer. Nos ha gustado mucho ver el otro lado del espejo, porque normalmente, como lectores desconocemos esa realidad. Y bueno, es cierto que en cualquier sector profesional, hay personas que destacan, bien por haber realizado una gran labor o por (lamentablemente) todo lo contrario. Pero lo cierto es que cualquier profesional que se precie siempre intenta aportar lo mejor de sí mismo. Y creo, sinceramente, que es el caso de Manu.

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