AVANCE – Proyecto Secreto 5: Capítulo 4

Hace escasos minutos, Brandon Sanderson nos ha hecho llegar, a través de su newsletter, un nuevo avance del proyecto secreto 5 que anunció hace tres semanas. Tras haber desvelado el título “Isles of the Emberdark” (o “Islas de Ascuaoscura” como posible traducción al español) y regalarnos la lectura en exclusiva del prólogo y los capítulos 3 y 11 la anterior semana, hoy nos hemos recibido el capítulo 4.

Esta nueva novela podéis conseguirla participando en el Backerkit tanto en formato físico como en digital, según el nivel de financiación con el que colaboréis, y podremos disfrutarlo en algún momento del segundo trimestre de 2025, si todo va según lo planeado. Os recordamos que la versión que recibiréis será en inglés, y que si queréis leerla en español habrá que esperar a que la editorial lo saque a la venta.

Antes de que vayáis a leer la traducción, sí que nos gustaría aclarar, que este proyecto secreto NO se puede entender sin la información de los libros anteriores que pertenecen al Cosmere, ya que, cronológicamente, se sitúa en el futuro más alejado que hemos visto nunca en los relatos ya publicados.

avance del proyecto secreto 5: islas de ascuaoscura. traducción de ayanyx.

Enviado a través de la newsletter de Brandon el 28 de marzo de 2024

Capítulo 4

“¿Mi cadáver?” dijo Vathi, levantándose de su asiento en la mesa. Miró a Sak, que estaba acurrucada en el hombro de Ocaso, con las plumas tirantes. “¿Por qué? ¿Había hecho esto antes?”.

Ocaso negó con la cabeza, rodeando el cadáver. “El cuerpo ha sido preparado para ser enterrado en el mar. Lleva un uniforme. Uno de los suyos. De los Venidos de Arriba. Hay símbolos en algunos de los parches y condecoraciones. No puedo leer la escritura alienígena”.

Uno de los generales se apresuró a traerle papel y bolígrafo. Tras entregárselos, el general retrocedió y miró la mesa como quien mira a un quijanoche a punto de atacar.

Ocaso copió las letras del distintivo más llamativo del uniforme.

“Vathi”, leyó el secretario de suministros. ” De verdad que es su escritura. Dice… que eres gobernadora colonial del planeta ocupado Primero del Sol”.

Todos los ojos de la sala se volvieron hacia Vathi. Todos menos los de Ocaso. Él ya sabía qué cara tenía. Así que siguió escribiendo y volvió a dar un codazo a la secretaria de suministros. Con suerte, esto demostraría el poder de Sak a los incrédulos.

“Parece una mención al valor”, continuó la mujer. “Por sofocar lo que se llamó la Rebelión del ’05. Las otras son similares”.

Si esto era un atisbo del futuro, era lo que Vathi sería cuando muriera. Una sierva de los Venidos de Arriba, que había vuelto al ejército de su pueblo contra los rebeldes que no estaban de acuerdo. Eso tenía sentido. Asintió para sí, y luego trató de ver más de cerca lo que sostenía el cadáver. Un pequeño disco o moneda de algún tipo, con un dibujo.

Padre. Era su medallón. El de Cakoban. Se lo había regalado hacía cinco años.

“Ocaso, no estás tan horrorizado como deberías”, le dijo la Vathi con vida.

“¿Por qué debería estar horrorizado? Esto tiene sentido. Es lo que tú harías. Probablemente lo que harás”.

“No soy una traidora”, dijo ella.

No contestó. No había sido una pregunta. Aunque fuera una afirmación incorrecta.

“Dejadnos”, dijo a los demás. “Por favor. Podemos discutir esta… profecía más tarde. Necesito hablar con el trampero”.

No les gustaba. Nunca les gustó que Vathi le hiciera caso. Quizá lo entenderían si le escucharan más. Aun así, se marcharon, dejando solos a los dos humanos y a los dos aviares. Mirris se encorvó y levantó las alas mientras miraba fijamente la mesa como si pudiera sentir lo que Sak estaba haciendo. Sentía curiosidad.

“Ocaso”, dijo Vathi. “¿Por qué crees que haría estas cosas?”.

“Por el progreso. Es lo que haces”.

“El progreso no vale la sangre de mi pueblo”.

“Llegará de todos modos”, dijo Ocaso. “El ocaso ha pasado. Esta es la noche. Presumirás de encontrar un nuevo amanecer, y harás lo que debas para guiarnos hasta allí”. Intentó sonreír. “Hay sabiduría en eso, Vathi. Es lo que me enseñaste hace años”.

Se abrazó a sí misma y se quedó mirando la mesa. “¿Tiene que ser así?”

“No. Yo no estoy muerto, ¿verdad?, pese a todas las veces que me he visto así”.

Ella sacudió la cabeza. “Quiero una salida, Ocaso. Una forma de luchar contra ellos o. . . algo. Una forma de controlar nuestro propio destino. Los dos están muy seguros de que somos suyos. Lo que daría por sorprenderlos…”.

“Sostienes el medallón de Cakoban que te di”, dijo Ocaso, inclinándose. “¿Has ido a leer su historia, como te pedí?”.

“Cakoban”, dijo ella. “También llamado Décimo el Buscador. Claro que lo leí. Pero. . . Ocaso, es sólo un cuento”.

“Las historias son importantes”, dijo. “Estoy vivo gracias a las historias de tramperos, que me dicen lo que debo evitar”.

“Sí, ¿pero esta historia? Es fantasía”.

“Cuéntamela”.

Suspiró, sentándose con los brazos cruzados sobre una mesa ante su propio cadáver. “Guió a nuestro pueblo a través del mar de noche, el interminable mar de noche. Luchó y mató al Dakwara, y-“

“No lo mató”, dijo Ocaso.

“Derrotó al Dakwara, entonces. Y fue el primero en explorar Patji. Ocaso, si fuera cierto, habría muerto rápidamente. No necesito decirte lo peligroso que es Patji. El primero en explorarlo tuvo que haber muerto”.

Tenía razón. Los primeros tramperos eran estúpidos. No por ellos mismos; simplemente no tenían experiencia.

“Tenemos las historias”, dijo. “Vinieron de alguna parte.”

“¿De verdad crees que hay una serpiente cuya cola se extiende por todo el océano?”, preguntó ella. “Tú has estado ahí fuera. No has visto nada parecido”.

Cierto. Pero había mucho bajo las olas que él nunca había visto. Y nunca quiso hacerlo.

La miró. Al menos ella había estudiado, como él le había pedido. Sospechaba que lo haría. Ella misma se consideraba una trampera aficionada, a pesar de haber sido una de las que acabaron con toda la profesión.

Mientras Ocaso miraba el medallón, la visión finalmente se desvaneció. Sak gorjeó, como disculpándose, y cuando Ocaso la miró, los ojos del pájaro cayeron, como si estuviera agotada.

“Voy a estudiar la posibilidad de dimitir”, dijo Vathi. “Un falso golpe de estado es una tontería, pero si simplemente renuncio, podría causar un malestar político que justifique darnos una excusa para retrasar las negociaciones. Además, me apartaría de una posición en la que pueda hacer daño”.

Ocaso asintió. Luego se sintió cada vez más incómodo. Por una vez, no podía permanecer en silencio. “Otro lo hará peor, Vathi. Otro causará más muerte. Tú eres mejor que cualquier otro”.

“¿Estás seguro?”

“No.” ¿Cómo podría estarlo? No podía ver el futuro como Sak. Aún así, se agachó junto al asiento de Vathi y le tendió la mano.

Ella la estrechó con fuerza. Él asintió con la cabeza.

“Eres más fuerte que nadie que conozca”, dijo. “Pero sólo eres una persona. Aprendí hace cinco años que, a veces, una persona no puede hacer frente a la marea”.

“Entonces no hay esperanza”.

“Claro que la hay. Cakoban no se rindió cuando cruzó la noche sin fin”.

“Pero, ¿era real?”, preguntó ella.

“Vathi”, dijo Ocaso en voz baja. “¿Has considerado lo que descubrimos, lo mismo que menciona este extraño?”.

“¿El lago?”

“Sí. Y lo que es más importante, lo que hay al otro lado”. Hizo una pausa. “La noche sin fin, Vathi. Es real. Y debemos controlarla”.

Friki empedernida con más de 20 años de experiencia. Entusiasta de la traducción y las aventuras gráficas, aunque pasa mucho tiempo recorriendo Azeroth. Cualquier género de música o literatura puede hacerla feliz... Menos la fantasía, eso la hace MUY feliz. Administradora de Coppermind.es.

ESTA WEB UTILIZA COOKIES PARA OFRECERTE LA MEJOR EXPERIENCIA