Algunas de las experiencias más satisfactorias a la hora de escribir este libro fueron los capítulos de Hrathen. Aunque Joshua sigue quejándose de vez en cuando de que los monólogos internos de Hrathen le parecen lentos y pesados, yo los encuentro esenciales para la trama. Capítulos como éste, en el que realmente vemos cómo piensa Hrathen, son los que hacen de este libro algo más que una bonita historia de aventuras.

En pasaje en el que Hrathen intenta nombrar a un nuevo arteth jefe es una adición más reciente al libro. Quería mostrar el poder que Dilaf empezaba a tener sobre el trabajo de Hrathen en la ciudad, y pensé que esto constituía otro pequeño y agradable sub-conflicto con el que Hrathen debía lidiar.

El capítulo solía empezar con Hrathen intentando expulsar a Dilaf. Aunque he añadido algo de información nueva al principio, esa escena en particular está prácticamente intacta desde el primer borrador. Me preocupa que algunas de las posturas de Hrathen y Dilaf no se transmitan tan bien como podrían. Este intercambio es un magnífico ejemplo de que en el libro no he tenido tiempo de explicar la religión derethi tanto como me gustaría. Por ello, tengo que explicar el movimiento de Dilaf mientras intenta realizarlo. Esta siempre resulta una estructura narrativa más débil que el hecho de que el movimiento en sí sea un reflejo obvio de la dinámica del mundo. Si los lectores hubieran entendido lo que son un odiv y un krondet, entonces todo lo que Dilaf tendría que hacer es mencionar que ha jurado a un grupo de odivs, y el lector sabría lo que está haciendo.

Aun así, me gusta lo que ocurre aquí. Por primera vez, el libro muestra expresamente que Dilaf está planeando y trabajando contra Hrathen. Antes, siempre ha podido escudarse en su excusa de que estaba atrapado en el momento. Sin embargo, esta es una maniobra evidentemente planificada para darle poder sobre Hrathen.